2012/11/09

LA MADRE DEL GANADO


Foto: Henry Noguera
El  Patía es tierra ganadera por excelencia. Propietarios, mayordomos y peones se sienten orgullosos de lidiar con el ganado y galopar sobre un caballo.  En el pasado hubo competencias al mejor enlazador y se dice que el negro Pascasio, ayudado por el diablo, fue el mejor.

El valle del Patía, después de que fuera un mar, tuvo mucha vegetación y mucha agua.  El agua, en su mayor caudal, la ofrecían los ríos Patía y Guachicono, pero también otros ríos, arroyos y quebradas que bajaban desde las montañas a refrescar el calor del Valle Patiano.

Por la abundancia del agua, el Valle del Patía se enorgullecía de tener lagos, lagunas y charcos,  En ellos se podía observar bandadas de patos que nadaban, verdes ranas que croaban y variedad de colores en las aves que cantaban entonando sinfonías de tonos melódicos. Los ganados saciaban su sed en la paz de las cristalinas fuentes naturales. Los habitantes de las lagunas y sus alrededores nos daban ejemplo de armonía.

Por  ese entonces, cuando el ganado se recogía a descansar en ciertas noches de luna llena, sucedía algo inexplicable. De una laguna, o del río Patía, emergía despacio, muy despacio, lenta, muy lentamente, una vaca. No una vaca cualquiera. No…  Una vaca pequeña de piel blanca y brillante como la nieve. 




Tomado de libro de Ruiz Octavio Jesús (2000) “Espantos, Mitos y Leyendas “. Gobernación del Cauca, Alcaldía de Patía , Fondo para la promoción de la Cultura y Las Artes del Cauca  

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