¡Bueno! Aquí en Patía, en antes tiempos existían el
empauto, o sea contrato con el demonio; el comisionado para el Patía era el
señor Lázaro Ibarra, entonces Sinforozo Urresti quería empautarse y le dijo al
señor Lázaro que él quería empautarse, entonces el aceptó. Que si aguantaba se
iba con él. Entonces se fue con el señor Lázaro Ibarra al río Guachicono, al
charco el Credo y le dijo:
“Pero para empautarse, tengo que maniatarlo de patas y
manos y tirarlo al charco, allá lo espera el diablo en una alacena”.
Él, como tenía tanto entusiasmo de empautarse con el diablo…
¡Aceptó!
Se hizo amarrar de patas y manos, entonces Lázaro
Ibarra lo tiró al charco.
Cuando Sinforozo cayó al charco… ¡ya estaba
Lázaro allá dentro!
Lo esperó en la alacena, él lo tiró y cuando Lázaro
cayó a la alacena, ya estaba Lázaro con el diablo allá. Allá firmaron el contrato.
El contrato era que Sinforozo se enamoraba de las
mujeres que fueran y si las conseguía, podía estar el marido, ¡como fuera!
Ese era el empauto de él y el diablo le daba plata
pero nunca podía darle a la mujer propia, sino a las concubinas o mozas “como se dice”, sí podía darle la plata que
quisiera.
Entonces un dia tomando, un señor Ulalio le prestó un
peso.
Sinforozo le prestó un peso al señor UlalioGomez, …
por la noche el diablo se le enojó, la sacó por encima de la chimenea y la
mujer de tanto rezarle oraciones lo encontró, pero todo estropeado y todo
aruñado.
En otra ocasión, andando Sinforozo en el caballo Ventarrón,
el caballo mas corredor que hubo en el Patía, en los llanos de Palo´e Leche -
¡en llano que se en tierra! -, lo dejaba que avanzara “puaí” veinte o treinta
metros y le daba un canetazo, ¡el diablo…el diablo! Yiran!!! Le llegaba a la
gurupa de Sinforozo.
Sinforozo
andaba con el papá, cuando el papá quiso ver, Sinforozo andaba a más de diez
metros en el aire. Entonces el papá, como era curioso, le rezó oraciones y tiró
a mirar; lo largó, lo tiró al suelo… ¡Bueno!
Entonces, ya le llegaba el plazo del compromiso que
tenía que entregárselo, porque tenía que llevárselo al diablo.
Corriendo en San Juan, aquí en Patía, el diablo se le
aparece en una mula con unas rodajas que echaban candela, las espuelas que
usaba el diablo. Y Sinforozo lo vaciló… lo vaciló. Yiran!
Salió a toda carrera y el diablo atrás y se le entró a
la iglesia a caballo. Sinforozo se le entró a la iglesia a caballo, y el diablo
le mandó el tarrascóny le alcanzó a coger apenas la baticola y casi se lo lleva.
Y ahí se arrempitió y de ahí pa´ca en ese tiempo daban
unas penitencias duras, el cura le formó la penitencia. Que toda la Semana Santa
se tenia que mantener con hierba y con un freno…
Y así se la paso hasta que murió arruinado…
En Angulo, Olivia y otras, 1998. Arte, Magia, Ternura
y Algo Más Universidad del Bosque .
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