Muchas veces en Colombia se ha reflexionado sobre el
papel y el perfil del bibliotecario público dentro del contexto nacional. Se ha
dicho por ejemplo, que una biblioteca pública sea una institución que promueva
el cambio social y contribuya al desarrollo comunitario, es necesario que los bibliotecarios participen e impulsen procesos
sociales que ayuden a mejorar la vida de los individuos y las comunidades. Por
lo tanto el perfil del bibliotecario no debe ser estático, por lo contrario,
tiene que ser dinámico y permanecer atento a los cambios que se produzcan dentro
de su comunidad.
El bibliotecario comprometido no sólo se limita a atender
a los usuarios que acuden en su busca de información y a mantener la biblioteca
organizada. Su rol va mucho más allá: conoce a los habitantes de su comunidad,
hace gestiones para insertar el proyecto bibliotecario en los planes de
desarrollo local, propone actividades alrededor de la lectura y la información,
las promueve, consigue recursos para mejorar la tecnología y se relaciona con
las instituciones y grupos organizados de la comunidad, participa en sus
proyectos; además conoce la colección, la explora, sabe con qué materiales
cuenta, de qué tratan, dónde están, qué hace falta, qué es más usado y que es
necesario adquirir.
El bibliotecario debe ser un líder y sobre todo, un gestor
cultural. Por ello reconoce la cultura como insumo fundamental para su trabajo
y entiende que la biblioteca pública es por excelencia una institución social y
cultural que le exige estar en contacto permanente con la administración
municipal, las instituciones educativas, las empresas, el comercio, los centros
religiosos, los hospitales y hasta los centros carcelarios, visitando,
promoviendo los servicios y buscando nuevos posibles lectores.
Bibliotecas
vivas
“Las
Bibliotecas Públicas Que Queremos”
Gloria María Rodríguez Santamaría
Irene Vasco
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