Un solo bibliotecario al frente de la biblioteca hace
difícil ofrecer horarios prolongados para atender a los usuarios que quieren
acudir a la biblioteca después de sus jornadas de estudio y trabajo, restringe
la diversificación de los servicios bibliotecarios y la atención a grupos
poblacionales variados fuera y dentro de la biblioteca, además de generar
cierres temporales, principalmente cuando el bibliotecario asiste a
programas de formación o cuando
participa en reuniones y grupos de trabajo de la comunidad.
Una planta de personal adecuada marca la diferencia. Se
puede contar con practicantes de carreras relacionadas con sistemas, educación
infantil, artes o otras que puedan – asesoradas por el bibliotecario –
desarrollar talleres y actividades con distintos tipos de público. También se
puede recurrir al servicio social de los estudiantes y los voluntarios para
apoyar algunos servicios. Los talleristas, practicantes y voluntarios podrán
asumir labores de apoyo más no de responsabilidad directa frente a la
biblioteca.
Pero, definitivamente, para que haya continuidad y
permanencia en los programas, lo ideal es gestionar presupuesto, es decir
asegurar una financiación, para contar con promotores de lectura, promotores
culturales o personal auxiliar contratado, por horas o de manera permanente,
para realizar tareas de extensión y para
apoyar las labores habituales de la biblioteca.
Los bibliotecarios son personas comprometidas con sus
comunidades pero con vidas personales, como el resto de los seres humanos. Así
que a menos que reciban apoyo de la municipalidad y de las empresas privadas de
su entorno, les queda muy difícil ejercer todas las funciones que se esperan de
ellos. Tanto visitantes y
Bibliotecas
vivas
“Las
Bibliotecas Públicas Que Queremos”
Gloria María Rodríguez Santamaría
Irene Vasco
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